viernes, 15 de junio de 2007

El principio de la noche

Ya estaba en camino, atrás quedaba el mar, el sol, las olas... el atardecer, siempre he sentido envidia de aquellos que lo han visto en miles de ocasiones y de mil maneras, aquellos que viendolo, sus colores y formas , son conscientes del tiempo que hará al día siguiente. Resulta clarificador pensar que cuanto más espectacular es este, más inclemente se mostrará el cielo al día siguiente, y digo clarificador pues siempre he creído que la naturaleza y su devenir son como la persona, después de la tormenta siempre viene la calma, y tras demasiado calor siempre acaba apareciendo la lluvia, pero siempre nos da indicios, el atardecer, el role del viento, la bruma.

En esas me encontraba, sorteando las terrazas vacías, y enfilando la calle que me conduciría a casa a través del parque. Pronto, con los árboles ya a la vista empecé a sentir el fuerte viento encañonado entre los edificios, un escalofrío recorrió mi espalda, y aun no entendiendo los indicios supe que o corría, o me mojaría. Como buen incompetente no lo hice a tiempo y pronto noté las frías gotas sobre mi cara, pero había conseguido llegar al parque, y como la lluvia arreciaba, me apresure a ponerme bajo el viejo roble, aquel que mi perro veneraba, aquel, cuyas verdes hojas ya me habían servido de refugio.

Acerque mis manos y soplé, las tenía mojadas y frías, de repente un resplandor seguido de un ruido atronador. Tormenta eléctrica, recuerdo cuando de pequeño me pasaba horas en la terraza de casa de mi abuela en la aldea, envuelto en una manta y viendo como la tormenta avanzaba por el valle, contando... 1, ciento once, 2 ciento once, 3 ciento once.... Instintivamente levanté la mirada al cielo, las algodonosas nubes del atardecer se habían convertido en algo estremecedor, se habían compactado, reproducido hasta ocupar todo el cielo, destacando como un manto sobre los últimos estertores de la luz del sol. Vi otro, me dejo helado, así como el atardecer me sobrecoge, las tormentas me fascinan y me asustan, no porque tema morir por un rayo, si no que me hacen pensar, pensar en aquello que me deprime, la angustia, me hace sentir pequeño, débil, repaso mis actos, me culpo a mi mismo por el tiempo perdido, las oportunidades perdidas, los amores sacrificados vanamente. La culpa, la culpa te deja inoperante, se perpetúa y se engorda a si misma, hasta que te consume... Empezaba la noche, oscura, axfisiante, donde las horas pasan despacio y la mente te juega malas pasadas, pero como todo, la noche deja paso al día, y la tormenta deja paso al sol y a las estrellas... o no.



Atentamente

18 comentarios:

M€ dijo...

Joder, Dani, hasta con la falangina rota nos dedicas unas excelsas palabras que hacen que el corazón se nos estremezca. Por cierto, a ver si te llamo un día de estos.

El domingo iré a misa para rezar por los chicos celestas, que creo que les va a hacer falta. Betis y Don Manué: a segunda YA.

Ignatius J. Reilly dijo...

A mi también me asustan las tormentas a la intemperie, pero recogido, hasta diría que me placen. Me gusta el dibujo, sobre todo cómo dibuja usted las hojas de los árboles. Si me permite una pequeña crítica, debería perfeccionar el rayo, pues parece más una rama. Muy evocadores sus relatos. Se ve que ama usted soberanamente la naturaleza.

Lucía dijo...

Las tormentas asustan y agradan a la vez porque son el perfecto ejemplo de la palabra SUBLIME.
El sentimiento de culpa es una de las armas más destructivas que hay. Y quien esté libre de culpa que levante la mano.
Yo tengo miedo a las tormentas, pero también me traen muy buenos reucerdos, recuerdos de cuando íbamos a la casa de verano de mi Abuela. Creo que fue ella quien me pegó el pánico a las tormentas. Nos hacía chocolate con churros. Maldito paso del tiempo.

Un afectuoso saludo,

Mrs. Tenenbaum

Lucía dijo...

Y me gusta la imagen que ha puesto

M€ dijo...

A mí no me dan excesivo miedo las tormentas; temo más a una cucaracha que a las tormentas. Prefiero ver una tormenta desde mi ventana cerrada a ver a una cucaracha desde mi ventana cerrada.

Lucía dijo...

¿Y te da miedo una cucaracha en el exterior?

Anónimo dijo...

Me gusta mucho el relato, Sr. Palazo. Y me gusta que deje Vd. tan clara la posibilidad de que no siempre después de la tormenta venga la calma. Buen final. Sólo dos palabras y unos puntos suspensivos. No hace falta más.

M€ dijo...

Me da miedo cualquier cosa que empiece por "cu": los culos, los curanderos, las cuestas, las cucarachas, las cucamonas... y también temo a las cosas acabadas en "acha(s)": las hachas, las cucarachas, las muchachas, los "qué pacha", cuando te agachas, las remolachas... y todo sea en el exterior o en el interior.

Sí, lo mío es un sinvivir.

Anónimo dijo...

¡Vuelve a aparecer la petaca en el dibujo!

Lucía dijo...

¿Te miedo un cucurucho?
¿Y un cuaderno?
¿Y una cumbia?
¿Y una cuajada?
¿Y una cuchara?
¿Eh?

Anónimo dijo...

La canción "Mueve tu cu-cu" debe ser una pesadilla para el Sr. M€...

Anónimo dijo...

Si hacen Vds. click sobre el dibujo lo podrán ver en grande. Y comprobarán que en el bote viene escrita la palabra "Mustard", que es mostaza en inglés. Así que déjense de petacas.

Lucía dijo...

Interesante dato, pero, ¿por qué Mostaza?

M€ dijo...

Sí, me dan miedo todas esas palabras y la canción de "Mueve tu cucu" me produce un ardor de estómago increible.

La mostaza es el símbolo de Palazzo, de su identidad secreta. A veces se hace llamar...C.M. Esto parece el tomate, con las iniciales.

Lucía dijo...

Meuro, imagínate qur te ofrecen ser redactor de DC (Dolce Vita) o de AHT (Aquí Hay Tomate)

Anónimo dijo...

Sr. Palazo, le aseguro que habrá más canciones del Sr. Paul y del Sr. Art. Esto no ha hecho más que comenzar.

¿Se han fijado en que el Sr. M€ italianiza el nombre del Sr. Enrico añadiéndole una "z" a su apellido? No está mal, no...

P.D: no sé si el término "italianizar" es normativo, pero a mí francamente (querida) me importa un bledo.
P.D ¿se puede italianizar el verbo "italianizar" convirtiéndolo en "italianizzar"?

Anónimo dijo...

pues claro como la pizza, pisa italianizado

Atentamente

Anónimo dijo...

Es que el nombre del "cantante de ópera" Enrico Palazzo, que supongo que será quien habrá inspirado al Sr. D. se escribe con dos z...

P.D. ¡Qué bello idioma, el italiano!