martes, 18 de noviembre de 2008

Una nueva mañana


Un día más, una mañana más. Fría y brillante mañana de octubre, no ya el otoño si no el invierno es quien se nos presenta frio, triste y despiadado. El recorrido es corto, placentero y tranquilo. Abotonado hasta la cabeza y con un vivo andar, gel de baño y pasta de dientes aún dominan gusto y olfato. La mirada baja, atenta a mis pasos a mis pensamientos. Con las primeras bocanadas, densas y malolientes, ya se la divisa en el horizonte, en los meses que llevo haciendo el recorrido raro es el día que no nos cruzamos, y cada día se repiten los mismos movimientos las mismas palabras y los mismos gestos… ningún movimiento, ninguna palabra. Desconozco su nombre, pero sé que sonaría como música en mis oídos; desconozco de donde es, pero sé que podría vivir allí; desconozco a que se dedica, pero sé que me interesa; Desconozco todo sobre ella… pero puedo contar cada uno de los cabellos que caen sobre su frente, podría reconocerla a oscuras por la cadencia de sus pasos; nunca le he tocado pero sé que es suave, como el terciopelo, nunca la he besado pero sé que sus besos saben a miel y a cítricos…el zumbido metálico del mecanismo de apertura automática me devuelve a la realidad. Empujo la manecilla y abro la puerta del taller, un día más que llega a su fin, solo queda el transito hasta el siguiente paseo hasta el siguiente encuentro. Quizá esta vez sí aparezcan las palabras, los gestos, aunque yo ya la conozco, ya sé quién es, pues sé que la amo…
Atentamente